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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLa fecha exacta del nacimiento de Manuel Pertegaz Ibáñez se desconoce. Sólo se sabe que nació en la ignota villa turolense de Olba, a unos sesenta kilómetros de la capital. Unos sitúan el año de su nacimiento en 1917, y otros, en 1918, en el seno de una humilde familia de campesinos.
Cuando Manuel tenía diez años, su familia se trasladó a Barcelona, en busca de una mejor vida. En la Ciudad Condal, el pequeño Pertegaz entró a trabajar como chico de los recados en una tienda de la calle del Carmen, pero sólo dos años después entró como aprendiz en el taller de sastrería Angulo, donde se abrió una sección de mujer.
Cierto día, había que terminar el abrigo de una clienta y se habían ido todos los empleados. Manuel se dedicaba a los trajes masculinos, pero ni corto ni perezoso, le dijo al dueño: «Yo lo hago». Y cortó y cosió con acierto un trozo de tela negra para hacer el abrigo, que gustó a la interesada. Fue cuando descubrió que lo que le atraía era el mundo de la moda femenina y, aún adolescente, empezó a practicar en solitario para las mujeres y amigas de su familia.
De aprendiz de sastre a la alta costura
En 1942 se independizó y abrió su primera casa de alta costura, con su nombre, en el entresuelo de un edificio de la avenida Diagonal, en la que aquel mismo año presentó su primera colección, caracterizada por una palabra que le gusta mucho, elegancia, y, además, originalidad, en una época marcada por el aislamiento internacional de España. «La elegancia del cisne», como gusta llamarla, y que para Pertegaz encarnó como nadie Audrey Hepburn, a quien conoció a través de otra de sus amigas incondicionales, la condesa de Romanones.
Su éxito en Barcelona le impulsó a abrir casa en Madrid en 1948, en la calle Hermosilla esquina con Velázquez. En 1954 realizó su primer viaje a Estados Unidos, donde sus trajes empezaron a venderse en las mejores tiendas de Nueva York, Boston, Atlanta y Filadelfia. Aquel mismo año recibió el «Oscar de la Costura» de la Universidad de Harvard.
A partir de esa época, comenzó a exportar sus trabajos por todo el mundo, lo que hizo que su nombre se colocase entre los más prestigiosos diseñadores, como Dior, Chanel y Balenciaga.
En 1958, fue condecorado con la "Medalla de Oro" en una exposición de El Cairo, y 10 años más tarde, la de la Ciudad de Nueva Orleans.
En lo que respecta a su forma de trabajo, Manuel aseguró: "Siempre he pensado que lo que hay que hacer es elaborar el modelo para el cuerpo y no que el cuerpo se adapte al modelo. La elegancia es algo que emana de la persona, pero quien se atavía con uno de mis vestidos, tiene mucho ganado".
En el año 1965, salió a la venta su primer perfume, al cual lo llamó "Diagonal", siendo el primero creado por un español con proyección internacional. Luego de unos años, se comenzaron a comercializar otros dos perfumes de su firma, llamados "Muy Pertegaz" y "Pertegaz Sport".
El modisto español llegó a contar con 700 empleados expertos en diseño y confección, lo que lo llevó a batir varios récords. Alrededor de los años 70´s, fue nombrado "Comendador oficial de la Real Orden de Isabel la Católica".
Los grandes años de Pertegaz
La década de los sesenta, tras recibir en 1958 la Medalla de Oro en una exposición en El Cairo, fue la de su gran eclosión: en 1960 asistió con sonado éxito, junto a Valentino y Pierre Cardin, a la primera Gala de la Moda Europea celebrada en México y, en 1964, a la Feria Universal de Nueva York, donde los críticos destacaron sus creaciones por su originalidad y por una línea que no copiaba a los otros modistos afamados de la época.
No en vano Pertegaz ha sido un precursor y un creador al que nunca le interesó seguir la corriente. Procuró siempre rebelarse y no caer en lo que él llama el «uniforme de la moda»: «Siempre he pensado que lo que hay que hacer es elaborar el modelo para el cuerpo y no que el cuerpo se adapte al modelo. La elegancia es algo que emana de la persona, pero quien se atavía con uno de mis vestidos, tiene mucho ganado».
En 1965 apareció el primero de sus tres perfumes, Diagonal, el primero también firmado por un modisto español de proyección internacional. En esos años inauguró cinco boutiques en España, y tras recibir en 1968 la Medalla de Oro de la Ciudad de Nueva Orleans, al año siguiente trasladó de nuevo sus talleres de Madrid, esta vez a un palacete en el Viso, porque los anteriores se habían quedado pequeños, pues entre Barcelona y Madrid contaba ya con 700 expertos empleados. Como colofón al fin de la década presentó sus creaciones en solitario en Nueva York, y en España fue nombrado Comendador de la Real Orden de Isabel la Católica.
En 1970 se impuso el prêt-à-porter, al que Pertegaz se adaptó fácilmente, sin desdeñar la alta costura. Diseñó entonces su primera colección de boutique, que presentó en la Gala de España, con Joan Crawford como invitada de honor. Aquel año fue nombrado «Importante» de la Ciudad de Barcelona. En 1972 participó en la Semana de la Moda de Munich y en la Interchic de Berlín, donde se le concedió la Medalla de Oro de la ciudad.
Para entonces, la imagen de este hombre diminuto, nervioso y afable ya era conocida por doquier, y sus modelos eran inconfundibles. No paraba de recibir premios: Cruz de Caballero de San Jorge (1973) o Premio Galena (1974), que recibió de nuevo en 1975, año en que creó el perfume Muy Pertegaz, pero que quedó marcado por el cierre de sus talleres en Madrid, al tiempo que los talleres deprêt-à-porter y de accesorios continuaban en Barcelona.
En 1980 fue invitado por el gobierno japonés a la Cámara de la Moda y por el mexicano con motivo de la inauguración de un nuevo Palacio de Hierro. Incansable, este artista, que ha permanecido soltero, trabajaba sin descanso. En 1982 presentó su tercer perfume, Pertegaz Sport.
Durante esa década, aunque seguía vistiendo a las más importantes damas y actrices de la época, pareció remitir en sus apariciones públicas, pero en 1992 fue el encargado de vestir a la top model Pat Cleveland como «Dama del Paraguas», con motivo de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, cuyos organizadores le concedieron la Peseta de Oro en agradecimiento a su colaboración. De nuevo empezó a ser distinguido con prestigiosos galardones: Medalla de Oro de la Universidad Complutense de Madrid (1973) y Medalla del Fomento de las Artes Decorativas (1974).
Una retrospectiva y un encargo especial
En 1997, inesperadamente, debutó en la moda masculina con una primera colección que causó impacto. En 1998 cerró el desfile de moda que se presentó en la Expo de Lisboa y el Ayuntamiento de Barcelona le concedió la Medalla de Oro al Mérito Artístico. Al año siguiente los reyes Juan Carlos y Sofía le entregaron la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, en Santiago de Compostela. Es uno de los galardones que más aprecia, por su amistad con la reina.
A principios de febrero, antes de diseñar el traje de doña Letizia, Pertegaz recibió el mayor homenaje que se le puede otorgar a un modisto, algo que no consiguieron, a pesar de sus demandas, Balenciaga o Rabanne: una retrospectiva de sus creaciones en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), como reivindicación de la importancia de uno de los modistos más cotizados de la alta costura internacional en las décadas de los sesenta y setenta. Dedicar más de setenta años al desarrollo de un oficio es un talento que no está al alcance de todos, sobre todo en un mundo tan efímero como el de la moda.
En 2004 remataba su dilatada carrera al recibir el encargo de diseñar y confeccionar el traje de novia de doña Leticia Ortiz, prometida del príncipe de Asturias y futura reina de España. Pertegaz, a pesar de su avanzada edad, tuvo el presentimiento de que sería elegido para confeccionar el traje de novia de la futura reina de España, un broche de oro indiscutible para una carrera tan dilatada, pero también un reto, porque el traje de doña Letizia se convirtió en una cuestión de Estado.
Pero este tenaz diseñador, que ha vestido a mujeres como la reina Sofía cuando era princesa, la duquesa de Badajoz, Bibis Salisachs de Samaranch -a quien consideraba su musa-, Silvia Coca, Aline Griffith de Romanones, Carmen Polo, Carmen Franco, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jackie Kennedy y un larguísimo etcétera, no se asustó por tamaño encargo: «A cualquier diseñador le hubiese ilusionado hacer el traje, porque Letizia es encantadora y tiene un bonito cuerpo». Por ello, seguro de sí mismo, afirmó: «Este traje pasará a la posteridad». Y así ha sido.
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