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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINSon jóvenes. Son modernas. Usan hijab. Y las multinacionales de la moda están decididas a explotar el filón.
El mercado potencial que representan las mujeres musulmanas fascinadas por la moda -conocidas como hijabsters o hijabers por los pañuelos con que se cubren la cabeza- se ha transformado en un fenómeno cultural desde Indonesia a Europa, pasando por Malasia y los países del Golfo Pérsico.
Una típica hijabster usa colores brillantes, mucho maquillaje y tacos aguja. También hace esfuerzos por demostrar que es una musulmana moderna y emancipada. El perfil ideal que las grandes marcas de la moda decidieron perseguir para reemplazar el anémico consumo occidental.
En Malasia, el movimiento tiene su ícono: la estrella del pop Yuna. Habitualmente enfundada en jeans skinny y un hermoso pañuelo, la cantante se transformó en una suerte de póster viviente para ese movimiento, que comenzó con algunos blogs de moda islámica donde las mujeres aprendían a anudar con estilo sus hijabs, y terminó convirtiéndose en una gigantesca espiral de consumo, patrocinada por las principales marcas internacionales que aprovechan toda ocasión para aumentar su cifra de negocios.
El último ejemplo es la firma italiana Dolce y Gabbana (D&G), que presentó esta semana su colección primavera-verano de hijabs y abayas (túnica generalmente negra que cubre el cuerpo), estampadas con margaritas, limones y rosas rojas.
D&G, que tiene 13 boutiques en los Emiratos Árabes Unidos y múltiples representantes en Bahrein, Kuwait, Qatar y Arabia Saudita, es una de las primeras grandes marcas del lujo que crea una colección especialmente destinada a una cultura específica.
Según la edición en árabe del sitio Style.com, cada pieza estará confeccionada en crêpe georgette o satén, con la sigla "D&G" grabada en encaje, y será "fabulosamente liviana y etérea". Por el momento, la firma italiana no dio información sobre el precio -probablemente exorbitante- o las regiones del mundo en las que la colección estará a disposición del público.
En Indonesia, alrededor del 10% de la población femenina usa el hijab, y las hijabstersson por lo general más instruidas que la mujer indonesia promedio, según el instituto de investigación Asean Confidential. Más de 50% de las jóvenes de entre 20 y 30 años que usan pañuelo islámico son graduadas universitarias, comparadas con el 7,5% de la población femenina total.
Conectadas
Como las hijabsters suelen tener buenos ingresos, los bancos las cortejan sin pudor. Ese es el caso del BRI Syariah Bank, propiedad del banco Rakyat Indonesia, segundo en importancia del país, que creó una serie de servicios, tarjetas de crédito y eventos especialmente para ellas.
Bien informadas, las hijabsters también están hiperconectadas: todas tienen teléfonos celulares inteligentes y son activas en las redes sociales. Figuras prominentes del movimiento, con decenas de miles de seguidores, reciben un sueldo de las grandes marcas para publicitar maquillajes, prendas o zapatos.
Para atraerlas, Procter & Gamble lanzó una línea de productos consagrada "a las mujeres que usan hijab". Unilever Indonesia decidió patrocinar un concurso para modelos y diseñadores de moda islámica con el eslogan "My hijab, my style" ("Mi hijab, mi estilo"). Cosméticos y cremas halal -respetuosas de las reglas del islam- representan actualmente entre el 10 y el 20% del mercado en Indonesia y Malasia, según la empresa de marketing global Ogilvy & Mather.
Pero el atractivo comercial que representan esas mujeres en Medio Oriente o Asia también llegó a Europa, donde marcas como DKNY, Óscar de la Renta, Tommy Hilfiger o Mango produjeron, sin decirlo explícitamente, colecciones pensadas para ese mercado: vestidos sueltos y pantalones amplios que suelen venderse muy bien en épocas de ramadán (mes de ayuno religioso que dura desde el alba hasta el ocaso).
La firma japonesa Uniqlo lanzó este año una colección a través de la bloguera musulmana Hana Tajina, que también incluye blusas amplias, faldas y vestidos, además de los tradicionales hijabs y abayas.
Por su parte, la marca sueca H&M usó por primera vez a una modelo musulmana, Mariah Idrissi, para su campaña publicitaria de la colección otoño-invierno.
Las cifras justifican ese esfuerzo. Globalmente, los musulmanes invirtieron 266.000 millones de dólares en ropa y calzado en 2013: más del total gastado en Japón e Italia juntos en los mismos rubros, según un reciente informe de la agencia Thomson Reuters. El documento prevé que esa cifra ascienda a 484.000 millones de dólares en 2019.
Otro informe publicado por Bain Management Consultancy afirma que las ventas de artículos personales de lujo en Medio Oriente alcanzaron los 8700 millones de dólares en 2015, un incremento de unos 2000 millones en relación con el año anterior.
http://www.lanacion.com.ar/1860941-la-moda-de-los-velos-las-marcas-de-lujo-ponen-el-ojo-en-las-hijabsters
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