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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLa actual directora creativa de Vogue USA, Grace Coddington nació en la isla de Anglesey, al norte de Gales bajo el nombre de Pamela Rosalind, el 20 de abril de 1941. Sus padres regentaban un hotel que quedaba desierto con la llegada del invierno. Grace,solitaria y enfermiza, pasó allí su infancia y su adolescencia.
Cuando cumplió dieciocho años decidió que había llegado el momento de dejar atrás las brumas de la isla para mudarse a la capital. En 1959 aterrizó en Londres dispuesta a ganarse la vida. Se matriculó en un curso de modelo de dos semanas en la academia Cherry Marshall. “Ser modelo parecía el modo perfecto de fugarme a un mundo de riqueza y emoción, la oportunidad de viajar y encontrar personas interesantes (…). Además me encantaba ver ropa bonita en bonitas fotografías, y ahí soñaba con estar yo”, rememora Coddington.
Pronto se convirtió en una solicitada maniquíque posaba para Norman Parkinson o David Montgomery y que era imagen de lpeluquero Vidal Sassoon, que creó sobre su melena el corte cinco puntas. Su prometedora carrera como modelo se truncó por culpa de un accidente de coche en 1961. Hicieron falta cinco operaciones de cirugía estética para recuperar el párpado izquierdo que había perdido por culpa del impacto y dos años de recuperación.
En 1968 comenzó a trabajar como estilista para Vogue UK. Allí hizo equipo junto a los mejores fotógrafos del momento y recorrió el mundo de producción en producción. La pelirroja abandonaría la publicación en 1987 por un contrato como directora de diseño en Calvin Klein, pocos meses después de que Anna Wintour, la actual directora de Vogue USA, fuera nombrada directora de la cabecera.
Cuando, un año después, Wintour accedió a la dirección de la edición estadounidense, Grace llamó para felicitarla y Anna le propuso que se uniera a su equipo, formando un tándem que ya es legendaria gracias, en gran medida, al documental The September Issue.
El mundo conoció a Grace Coddington, la directora creativa de Vogue en Estados Unidos, gracias a este documental, un trabajo audiovisual que logró adentrarse en la cotidianidad de la revista de moda más emblemática del planeta en su número más importante del año.
La avalancha de reconocimiento que desató la película hizo que Grace empezara a notar que cuando se subía al metro (a diferencia de Anna Wintour, ella pasea a pie y no va en limusina) la gente la aclamaba. Ante esta situación, la creadora de imágenes entrañables, la callada compañera y confidente creativa de fotógrafos como Helmut Newton, Irving Penn y Annie Leibovitz, decidió contar sus memorias.
El mundo de la moda y los vericuetos de la industria del vestido vienen ya hace unos años inquietando al mundo. Sin embargo, la aproximación que hace Grace Coddington en su libro de más de 330 páginas, que ya está en español en las librerías nacionales, es muy peculiar, en parte porque la construye una mujer madura, que parece estar más alentada por el afán de generar una reflexión, que de convertirse en una celebridad, y en parte, porque es una historia sobre la moda que se cuenta desde atrás, desde la carpintería
En este libro, lleno de graciosas ilustraciones, resuena el pasado de una mujer que con su belleza se hizo a un lugar como modelo en Inglaterra, y descubrimos a través de su historia cómo antes las modelos tenían que peinarse ellas mismas, sobrevivir sin la asistencia de maquilladores ni peluqueros especializados en sesiones fotográficas, y vestir señoriales porque no existía el prêt-à-porter. Pero en esta primera parte oímos, sobre todo, a Grace confesando cuánto afectaría su carrera como editora de moda y creadora de historias ensoñadoras su paso por el modelaje.
“Yo era un personaje, más que una modelo guapa, y supongo que eso mismo es lo que busco ahora, cuando selecciono a las chicas que salen en la revista, que tengan algo que se salga de lo convencional. No soporto a las rubias lánguidas y a las mujeres de tipo atlético demasiado bronceadas”, cuenta Coddington.
Narradora excepcional a través de las imágenes, afirma que cada día se siente un poco más apartada de su profesión debido, en gran medida, a la virtualidad que impera hoy día. “Uno de los aspectos de mi trabajo que más me interesan es darle a la gente algo con lo que soñar, igual que soñaba yo de pequeña mirando fotografías. Todavía tejo sueños y me inspiro en todo lo que puedo, buscando la parte romántica del mundo real, no del digital”, asegura.
Como bien lo dijo la revista Time en el 2009: “Si Wintour es el Papa de la moda, Coddington es Miguel Ángel, tratando de pintar una nueva versión de la Capilla Sixtina doce veces al año”. Esta mujer de 73 años no solo trabaja con moda, vive para ella, y cada ilusión, anhelo y pensamiento se ve reflejado en el impecable trabajo que nos presenta desde hace varios años en la revista. Un carácter decidido y un estilo único para crear imágenes que nos quitan el aliento, le han valido para ser una de las mujeres más respetadas y admiradas de la industria.
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