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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLa Semana de la Modade Nueva York llega mañana con algunas nuevas cartas en su casi siempre bastante previsible baraja: esconde un as en la manga con la adhesión de Givenchy a su calendario y estrena \\\"tapete\\\" tras abandonar su antigua sede en el Lincoln Center.
La pasarela de Nueva York tiene dos predilecciones que le han salido tan caras en prestigio como rentables en términos monetarios: los grandes nombres de la moda conservadora como Carolina Herrera, Ralph Lauren o Calvin Klein Collection, o los superventas como Michael Kors, Lacoste o Hugo Boss.
Sin embargo, aunque la moda neoyorquina no mire con especial complejo a sus elevadas homólogas europeas, en esta edición primavera/verano 2016 recibirá con los brazos abiertos el desfile de la marca Givenchy, con su diseñador de cabecera Ricardo Tisci, que ha decidido cambiar su París "natal" por la ciudad de los rascacielos.
El evento, programado para el 11 de septiembre, hace subir de golpe muchos enteros a la pasarela más urbana del mundo y, a su vez, hace una estupenda promoción para la nueva tienda de la casa en la avenida Madison, en Manhattan.
Además, los boletos para ver el desfile se han sorteado entre la gente de a pie, algo inédito en el mundo siempre orgullosamente elitista de la moda.
Sin embargo, aunque la moda neoyorquina no mire con especial complejo a sus elevadas homólogas europeas, en esta edición primavera/verano 2016 recibirá con los brazos abiertos el desfile de la marca Givenchy, con su diseñador de cabecera Ricardo Tisci, que ha decidido cambiar su París "natal" por la ciudad de los rascacielos.
El evento, programado para el 11 de septiembre, hace subir de golpe muchos enteros a la pasarela más urbana del mundo y, a su vez, hace una estupenda promoción para la nueva tienda de la casa en la avenida Madison, en Manhattan.
Además, las entradas para ver el desfile se han sorteado entre la gente de a pie, algo inédito en el mundo siempre orgullosamente elitista de la moda.
Ya anteriormente otra diseñadora europea, Donatella Versace, había traído a Nueva York algunas de sus prendas, aunque siempre reservando lo mejor para París y Milán, pero el debut de Givenchy es, desde luego, mucho más estelar.
Esta es la novedad más "glamourosa", pero la que más incidencia real va a tener sobre los que frecuentan esta Semana de la Moda es la del cambio de sede, tras abandonar el Lincoln Center.
Ahora serán dos: una en el bajo Manhattan, en pleno Tribeca, donde un edificio industrial en la avenida Washington es el elegido, y otra en Midtown, en el recinto Skylight. Sin embargo este cambio es como claudicar ante la realidad de la creciente descentralización de los desfiles.
Incluso Carolina Herrera, la última de las grandes que seguía desfilando en las plataformas oficiales, este año ha buscado su propio escenario, más íntimo e inaccesible.
Tommy Hilfiger seguirá intentando superarse a sí mismo con el desfile más espectacular en la puesta en escena (en los últimos años ha recreado una plaza, unas pistas de esquí o un estadio de fútbol americano); Proenza Schouler seguirán siendo los niños bonitos de Nueva York, pues Marc Jacobs ya está más cerca del terreno de la vaca sagrada.
Mientras, la armada española volverá a estar representada por la propuesta siempre "causal" de Desigual y Custo, en contraste con las primorosas colecciones del cada vez más potente Delpozo, aunque faltará Jesús Del Pozo Madrid, tras la disolución de la firma recientemente.
Entre los latinoamericanos, además de Herrera, estarán el exquisito Narciso Rodríguez, así como Ángel Sánchez o Estela Nolasco, pero muchos de los habituales (Ricardo Seco o Carlos Campos) quedan desde ahora solo para la recién creada Semana de la Moda para Hombres.
Será, además, el segundo desfile en Nueva York de Óscar de la Renta sin Óscar de la Renta, ahora bajo el mando de Peter Copping.
Por lo demás, entender la Semana de la Moda de Nueva York volverá a ser no solo ver ropa, sino intentar colarse en las fiestas de Alexander Wang, asistir a desfiles de "intrusos de la moda" como la tenista Serena Williams o el cantante Adam Levine, o ser captado por el objetivo de Bill Cunningham, el veteranísimo fotógrafo del New York Times que inmortaliza los "looks" callejeros y no los de las grandes firmas.
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