En el marco de la Estrategia de la UE para la Economía Circular, se han discutido medidas para abordar los problemas ambientales asociados con la producción y el consumo de moda rápida. Estas medidas incluyen la promoción de prácticas de diseño sostenible, el fomento de la reutilización y reciclaje de prendas, así como la concienciación sobre los impactos ambientales del consumo excesivo de moda.

“Los productos que usamos todos los días deben durar” , afirmaba ante los medios Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea a cargo del acuerdo verde de la UE. “Si los productos se rompen, deberíamos poder arreglarlos. Un teléfono inteligente no debe perder su funcionalidad”, dijo, señalando su propio dispositivo y expresando su frustración porque no era posible cambiar la batería sin acudir a especialistas. “La ropa que usamos debe durar más de tres lavados y también debe ser reciclable”, añadía. 

Estas nuevas normas a nivel europeo también aplicarían un control sobre la cantidad de prendas y productos que las empresas lanzan a vertederos tras no venderse, unos datos que hasta ahora no estarían contabilizados. Ello formaría parte de las intenciones del ejecutivo de la UE de acabar con la cultura del desecho. 

"La obligación de las empresas de divulgar los productos no vendidos enviados al vertedero sería 'un desincentivo de reputación muy efectivo'", afirmaba Virginijus Sinkevičius, comisario europeo de Medio Ambiente. 

Otro de los objetivos es ampliar las normas de diseño ecológico de la UE, que establecen estándares de eficiencia energética para una gran cantidad de bienes de consumo, como tostadoras y lavadoras, para contemplar en el futuro la durabilidad y la reciclabilidad. Los fabricantes, por ejemplo, podrían tener que usar una cierta cantidad de contenido reciclado en sus productos o bien reducir el uso de materiales que resultan difíciles de reciclar.

La urgencia de la UE en cambiar el funcionamiento de la industria téxtil se debe, una vez más, a la preocupación por el medioambiente y la salud, dado que ropa, calzado y artículos textiles para el hogar son causantes de la contaminación del agua, las emisiones de gases de efecto invernadero y los vertidos. 

Por otro lado, otro de los objetivos sería concienciar a los ciudadanos acerca de las consecuencias del consumismo, ya que, según cifras del parlamento europeo, los europeos consumen casi 26 kg y se desprenden de unos 11 kg de textiles cada año y, a pesar de que la ropa usada puede exportarse fuera de la UE, la mayoría (un 87%) es incinerada o lanzada a vertederos. 

Según las últimas cifras presentadas la  Unión Europea produce cada año unos 8 millones de toneladas de residuos textiles. Ropa usada, pero también sábanas, alfombras, colchas, tapicería y un largo etcétera. Sólo un 20% de esa cantidad se recicla actualmente. El resto termina en vertederos o simplemente se incinera. 

La Conselleria de Medio Ambiente y Territorio ya puso en marcha en 2021 una campaña a través de redes sociales para recordar la importancia consumir de manera consciente el textil y la necesidad de incrementar la reutilización y el reciclaje de residuos textiles. 

El comisionado de medio ambiente de la UE, Virginijus Sinkevičius, añadía que el objetivo principal era que la moda rápida “pasara de moda” entre la población, concluyendo con que “para 2030, los textiles colocados en el mercado de la UE deberían ser duraderos y reciclables, hechos en gran parte de fibras recicladas. ”