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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINSiete días de desfiles, fiestas, cócteles, flashes, sonrisas y apretones de manos. Las semanas de la moda aterrizan dos veces al año en las ciudades más glamurosas del mundo en un despliegue de medios solo comparable, quizá, a un gran evento deportivo. París, Nueva York, Milán, Londres… las ciudades se transforman en un desfile de modelos, pero también de estilistas, maquilladores, iluminadores, operarios, personal de catering, fotógrafos y un sinfín de profesionales encargados de crear esos espectáculos que duran escasos minutos pero con una repercusión mundial.
Las expectativas de los diseñadores están volcadas en los resultados artísticos, pero sobre todo económicos, que aporta una buena puesta en escena en una semana de la moda y los gastos para conseguirlo se disparan. Pocos pueden permitírselo pero los que tienen el suficiente presupuesto no lo dudan: arruinarse unos días reporta una publicidad y unas ventas que compensan la sangría.
Para hacernos una idea, los nueve minutos y medio que duró hace dos años el desfilede Marc Jacobs en Nueva York costó, según fuentes de la propia compañía, casi un millón de dólares. Es cierto que en este caso se trata de uno de los diseñadores que menos escatiman, pero hay gastos que son para todos igual, como el alquiler de los mejores espacios. En el caso neoyorquino, uno de los escenarios estrella, la New York Public Library, se alquila a 50.000 dólares, y el Lincoln Center, según el emplazamiento, varía entre los 15.000 y los 50.000.
A eso se le suman los sueldos de todos los profesionales desplazados a la ciudad en cuestión, que trabajan de sol a sol para que todo quede impecable. Según Business Insider, estos dispendios serían más o menos así: maquillaje y peluquería, entre 5.000 y 20.000 dólares; relaciones públicas, entre 10.000 y 25.000 por un mes. La iluminación, a partir de 10.000 dólares; las invitaciones, 5.000 y las modelos, aunque algunas se prestan a desfilar gratis por el prestigio que les reporta pasear las creaciones de una estrella de la moda, si ellas son un reclamo por sí mismas hay tarifas que ascienden hasta los 200.000 dólares, incluyendo el equipo que las acompaña.
Y cuando pensábamos que las cuentas habían acabado, toca sumar a las celebrities. Porque, aunque muchos pagarían por pasear palmito en el front row del desfile, digamos, de Chanel, casi todas las caras conocidas que se sientan en primera fila, donde las puedan enfocar, cobran, y muy bien. Parece que el ruido mediático que provocan compensa sus honorarios y, por ejemplo, Beyoncé se embolsó 100.000 dólares por asistir a un show de 2010,y Rihanna 97.500 por hacer el “esfuerzo” de acudir al desfile del “Kaiser” Karl Lagerfeld para Chanel en 2012. La tarifa de Chloé Sevigny baja un poco, a los 65.000 dólares.
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