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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLouis Vuitton puso este martes en París el broche dorado a una de las Semanas de la Moda más inusuales y solitarias de su historia y estrenó el remodelado edificio de La Samaritaine con un desfile en el que apostó por una estética masculina, ochentera y con toques futuristas. La marca, liderada por el diseñador francés Nicolas Ghesquière, uno de los niños bonitos de la moda nacional, pudo celebrar uno de esos espectaculares desfiles donde no solo cuentan las tendencias sobre la pasarela, sino el escenario que las rodea.
Se sirvió de los espectaculares mosaicos art déco de estos grandes almacenes parisinos, comprados y restaurados por el grupo LVMH, pero cuya reapertura en abril de 2020 tuvo que ser aplazada por el coronavirus. La “maison” francesa ha sido por tanto la primera en mostrar su interior al público tras las obras.
La marca Louis Vuitton, liderada por el diseñador francés Nicolas Ghesquière, uno de los niños bonitos de la moda nacional, pudo celebrar este martes uno de esos espectaculares desfiles donde no solo cuentan las tendencias sobre la pasarela, sino el escenario que las rodea, en este caso como ya hemos indicado en el remodelado edificio de La Samaritaine.
Este ha sido el primer evento del sector textil en formato híbrido desde que empezó la pandemia, con la presentación de su colección femenina primavera/verano 2021 en La Samaritaine, una tienda estilo Art Noveau y Art Déco fundada en 1870 y ubicada junto al río Sena.
El primer estilismo marcó el ritmo de la colección primavera-verano 2021. La modelo, con pelo corto y peinado con gomina hacia atrás, vestía unos pantalones de pinza anchos en tonos beige con una sudadera ancha en la que se leía el mensaje «Vote!» (¡Vota!) en letras pop.
Gabardinas y cazadoras de anchísimas proporciones y hombros caídos completaron el toque masculino, contrarrestado con tops de lentejuelas con la espalda al descubierto, vestidos cortos con estampados pop, como si llevaran luces de neón, y zapatos de tacón inspirados en los zuecos de madera de Suecia.
Todo en la pasarela fue un juego de volúmenes y contrastes: los pantalones, largos y fluidos, se llevaron con camisas de seda, transparencias y tacones; los minivestidos iban con zapatos planos tipo «Oxford», y los vestidos lentejuelas bajo cazadoras deportivas.
Para reducir el aforo, condición impuesta en esta Semana de la Moda, la marca organizó dos turnos de desfiles y pudo acoger así a un mayor número de invitados, aunque el ambiente en estos últimos siete días ha sido muy diferente a la fiesta y el espectáculo que suele ser.
Un público muy limitado y una presencia internacional prácticamente nula, marcada sobre todo por los «influencers» de países vecinos, con pocos fotógrafos, poca prensa y una asistencia casi inexistente de compradores y público asiático.
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