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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINUna vez más, Ifema, el escenario principal de la moda española, despliega un batallón de 800 profesionales al servicio de cada uno de los modistos que desfilan en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid para que en sus veinte minutos de gloria conquisten al mercado con su colección.A punto de estrenar la 61 edición de la pasarela madrileña, la directora, Cuca Solana, desvela las bambalinas y repasa las cifras de esta pasarela, que tiene un presupuesto de tres millones de euros y en la que "Ifema pone absolutamente todo menos la colección, que trae el diseñador".
Este año, la pasarela madrileña celebra su 30 aniversario sin grandes fastos, "tan solo una exposición retrospectiva que se verá en el Cibelespacio, nuestra máxima es proyectar al mundo la creatividad en la moda española", explica.
Arranca la pasarela y es el momento de desplegar el batallón centenares de profesionales entre mozos de transporte, vestidoras, planchadoras, maquilladoras, peluqueras, técnicos de sonido y de iluminación, operarios, decoradores, modelos, azafatas o cámaras de televisión. "Son algunos de los 800 profesionales que trabajan a conciencia en las bambalinas de la pasarela para que cada desfile salga perfecto", apunta Cuca Solana.
Tras meses de trabajo y creatividad, llega el momento de subir a la pasarela sus propuestas. Un día antes de su desfile, cada diseñador traslada al recito ferial su colección. "En la dársena, ocho ´chaquetas blancas´ (mozos de transporte) se encargan de recogerla, llevarla y colocarla en el vestuario correspondiente", dice Solana.
Allí, sobre la moqueta gris, veinticinco costureras trabajan a destajo para ajustar y adaptar las prendas a las modelos, bajo el criterio y supervisión del diseñador. Después, con pulcritud, el escuadrón de planchadoras se afanan en borrar las arrugas y dejar inmaculada cada una de las prendas.
Pero, el desfile no comienza un día antes, sino un mes, cuando Ifema recibe la documentación de cada diseñador con sus necesidades para la puesta en escena en la pasarela, el maquillaje y el peinado deseado.
El día del desfile, el diseñador llega al recinto ferial horas antes para ultimar detalles, organizar los asientos de la primera fila, atender a sus invitados y también a la prensa. "En la última edición hubo más de mil periodistas acreditados nacionales e internacionales, cada vez es mayor la repercusión de la pasarela".
Media hora antes del desfile, el "backstage" es un hervidero, al que acuden un escuadrón de vestidoras que se encargan de ayudar a vestir en los distintos cambios a las modelos.
Mientras, el diseñador supervisa los retoques y se prepara para salir a recibir la ovación del público. Tras el desfile, "los chaquetas blancas" se ocupan de recoger la colección y otro batallón, esta vez de limpieza, deja el espacio impecable para el siguiente.
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